domingo, 9 de noviembre de 2008

Evolución

LA EVOLUCIÓN Y EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN

I. ORIGEN DE LA VIDA



La Tierra se formó de una nube de polvo y gases, hace aproximadamente 4.500 millones de años. La nube primitiva estaba formada en gran parte de hidrógeno y helio, pero estos gases, junto con más material volátil, escaparon durante el proceso de condensación. Nuestra atmósfera y nuestros océanos provienen de los gases que fueron expulsados del interior de la Tierra en una fecha posterior.







La atmósfera primitiva era reductora. Contenía agua, metano, dióxido de carbono y nitrógeno; además, podía haber presentes algo de amoníaco e hidrógeno. Sabemos que la atmósfera era aún reductora hace 1500 millones de años más tarde, en la época en que los organismos similares a las algas o a las bacterias habían evolucionado en la superficie de la Tierra. Cuando hablamos de los orígenes de la vida, nos referimos a una serie de procesos que ocurrieron en la atmósfera, en los océanos y en los lagos de la Tierra primitiva y que condujeron, hace más de 300 millones de años, a la aparición de los primeros organismos vivos.

No hay testimonio geológico de los hechos que tuvieron lugar hace tanto tiempo, pero parece muy probable que el primer paso en los orígenes de la vida tuviese lugar cuando se formaron las moléculas orgánicas muy simples en la atmósfera reductora de la Tierra por la acción de rayos, energía ultravioleta procedente del sol, ondas de choque, etc. Estos compuestos fueron arrastrados al interior de los océanos y lagos, donde reaccionaron para formar una mezcla compleja de substancias orgánicas de las que muchas formarían parte de los organismos vivos más primitivos.



La Tierra se formó hace 4500 millones de años y el hombre moderno tan sólo hace unos 150000 años.

II. ORIGEN DEL HOMBRE
El hombre es un animal que, ingresado en un sistema simbólico, intenta adaptarse a un medio natural a través de las construcciones y artificios por él inventados, incluídas las ideas y las creencias. Sobre sus orígenes biológicos han existido distintas teorías.



1. LA TEORÍA FIJISTA.




Tradicionalmente se creía que el hombre, al igual que todas las demás especies animales, había existido desde siempre en su forma actual. No había habido cambios importantes en la especie y cualquier indicio de evolución era negado con argumentos más o menos religiosos. De hecho, se consideraba que los fósiles, por ejemplo, no eran sino especies desaparecidas sin ninguna relación con las especies actuales. De esta opinión eran los grandes biólogos del s. XVIII, el sueco Linneo y el francés Cuvier.


Georges Cuvier


2. LA TEORÍA EVOLUTIVA

En 1809 aparece la obra "Filosofía zoológica" de Lamarck, en donde exponía su teoría evolutiva CIONISTA.de las especies por adaptación al medio. Para esta adaptación creía necesario admitir la "creación", desarrollo o atrofia de los órganos adecuados para la adaptación del animal al medio. Su teoría podría sintetizarse en estas tesis:

1. La vida requiere un medio para su desarrollo, éste está sometido a cambios.
2. Los cambios en el medio crean nuevas necesidades en los organismos.
3. Estas necesidades o funciones crean al órgano (adecuado para cumplir tal necesidad).
Esta teoría no explica, sin embargo, cómo se heredan las modificaciones adquiridas, pues si éstas no son heredadas no es posible explicar la adaptación, ya que en una generación es imposible mutar o modificar un órgano para adaptarlo a la nueva necesidad. Esta teoría tenía que recurrir a una concepción teleológica de la naturaleza, esto es, tenía que admitir en la naturaleza la existencia de una finalidad en cada una de sus operaciones. Si un ave tiene alas, la naturaleza la había dotado de alas para volar, si un elefante tiene colmillos, era para su defensa etc. Esta finalidad acababa por ser un medio para introducir la idea de Providencia. Dios cuidaba de sus criaturas y a cada una le había dado lo que le correspondía.


Jean-Batiste de Monet de Lamarck

En 1859 aparece "El origen de las especies por medio de la selección natural" de Charles Darwin. En esta obra, que causaría un gran escándalo, se exponía la idea innovadora siguiente: en los cambios producidos en la evolución animal no había "adaptación", sino "selección natural". Las especies y los individuos mantienen una lucha por la existencia, y en esa lucha sobrevive el más fuerte. Esta teoría la veía confirmada en numerosas observaciones:

a) Los animales en la época de celo mantienen una lucha más o menos encarnizada por las hembras. b) La cacería de unos animales por otros no es sino una manifestación de esta lucha por la supervivencia. c) Los animales también han de luchar con los obstáculos y adversidades del medio que les rodea, unos sobrevivirán, otros morirán.
Superviven los más aptos, y esta capacidad no es que se la propongan, sino que sólo quedan los que resisten, los que con su equipamiento biológico son capaces de seguir vivos. Si el medio es adverso, el animal no puede hacer que sus órganos se adapten al medio. Lo que sucede es que el ser viviente nace con variaciones funcionales y si éstas le resultan útiles, entonces sobrevive, en caso contrario, muere. Estas variaciones son, a la vez, hereditarias, por ser variaciones "de nacimiento".




La teoría evolucionista de Darwin va a encontrar una revalidación con los descubrimientos de las unidades de herencia, "los genes", realizados por Mendel en 1866, que aclararían la herencia de las "variaciones" (leyes de Mendel).
En 1910, Morgan da un paso más y descubre que los genes se hallan en los cromosomas. En 1953, Watson y Crick descubren la cadena de ADN, verdadera clave de la transmisión genética y programa de desarrollo de todos los organismos. Son de destacar también, las investigaciones del código genético del español Severo Ochoa.

III. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN


Darwin había afirmado, con gran escándalo para sus contemporáneos, que el hombre procedía del mono. Hoy esto supone una evidencia científica en la escala zoológica, pero es interesante hacer hincapié en la importancia que tiene para esta hominización la relación de la mano con el cerebro. En la escala zoológica cabe distinguir algunos parientes remotos del hombre:

1) El "oreopitecus", (el mono de las montañas), que vivió hace unos 8 o 12 millones de años.



2) El "autralopitecus" (monos del sur), del que se han encontrado restos en África y del que se supone vivió hace, entre 2 millones y 500.000 años. Era casi humano, mostraba bipedismo y occipital desarrollado. La pelvis era todavía algo estrecha, pero ya soportaba el tronco. Medía aproximadamente 1,20 cm. de estatura y pesaba unos 50 Kg., su capacidad craneana era de unos 500 cm3, usaron piedras, pero no construyeron armas ni utensilio alguno.




3) El "homo habilis" (contemporáneo del australopitecus) que posee una primitiva industria lítica.




4) El "homo erectus" (restos en Asia, Europa y África). A este género pertenecen el "pitecantropus" (mono hombre) que ya tenía una capacidad craneana de 900cm3 y el "hombre de Pekin" que llegaba a tener una capacidad de 1225 cm3.






Cráneo de Homo Erectus hallado en Pekín




5) El "homo sapiens" del Neanderthal (que luego se degradó) y los "hombres de Cromagnon".






Esqueletos de neanderthal y de hombre actual sapiens sapiens

La hominización, que supone una mayor capacidad craneana, un bipedismo, un desarrollo específico de las articulaciones, supone también y de manera esencial una relación entre la mano y el cerebro. La coordinación de la mano prensil y operativa con el desarrollo de las capacidades cerebrales de coordinación, visual, memoria, lenguaje y control de las extremidades en función del trabajo. Gracias a esa relación acabó por construir instrumentos y con ellos revolucionar el panorama de la tierra para satisfacer sus necesidades. Gracias a esta relación se hizo posible el lenguaje humano y con él, la cultura. En los monos ya se puede observar un cambio de funciones entre las manos (para aprehender) y los pies (para trepar). La mano fue haciéndose libre y adquiriendo una mayor destreza, destreza que se heredaba y se acrecentaba de generación en generación. La mano, así considerada, no es sólo un órgano de trabajo, es también su producto. En este desarrollo de la mano, lo que servía a la mano servía a todo el cuerpo, pues, según la ley "correlación del crecimiento" de Darwin, el desarrollo de ciertas formas de las distintas partes del cuerpo están ligadas a otras partes sin aparente relación (ej: los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por dos condilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias. La pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada a un estómago multilocular, adaptado a la rumia. También la mano y el cerebro, pues todos los mamíferos que poseen unas extremidades desarrolladas de manera tan eficaz como la mano, es decir, los antropoides, poseen ciertos desarrollos en la capacidad craneal. Así, el progreso de la mano indicaba un progreso general: un trabajo colectivo, que a su vez, entrañaba la necesidad de decirse algo. Y de este modo, la necesidad creó al órgano: se produjo una transformación de la laringe, que permitió la voz articulada y el desarrollo del cerebro. Con este desarrollo del cerebro se desarrollaron los sentidos, pudiendo discriminar los sonidos del lenguaje. Con el proceso de hominización se pasa de una economía depredadora a una economía social y doméstica.


El trabajo, base de humanización, comienza con la construcción de los instrumentos de caza y pesca, que suponen un tránsito de la alimentación vegetariana a la alimentación mixta. El consumo de carne aportó al cuerpo humano los ingredientes esenciales de su metabolismo, acortando los procesos vegetativos del organismo. Este consumo de la carne impuso, además, el uso del fuego y, más adelante, la domesticación de animales, como reservorio alimenticio. El trabajo se diversificaba de generación en generación, extendiéndose a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumársele la agricultura, y más tarde, el hilado y la construcción del tejido, el trabajo con los metales, la alfarería y la navegación.

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